Berkeley se despierta a la verdadera magnitud de la crisis venezolana
Cuando llegué (y salí) de la conferencia, esperaba a medias ver manifestantes izquierdistas tratando de cerrarla, como lo han hecho en el pasado para otros eventos considerados de «derecha» (me viene a la mente la charla de Ben Shapiro de 2017). Pero no, en este caso un solitario manifestante llegó a repartir su volante verde lima a favor del chavismo.
Había estado en la conferencia brevemente para distribuir sus volantes y luego se fue. Más tarde me lo encontré en el pasillo durante un descanso, y allí estaba rodeado por un grupo de ocho o diez estudiantes, algunos de ellos venezolanos, y otros organizadores del evento. Lo escucharon cortésmente mientras explicaba cómo todos los problemas en Venezuela eran el resultado del «imperialismo». Escuché a uno de los estudiantes preguntar si había escuchado las presentaciones y dijo que no lo había hecho. Claramente sólo estaba allí para iluminar a los ignorantes, ya que obviamente sabía más de lo que estaba pasando en Venezuela que los propios venezolanos.
Mira: mientras que hay una necesidad de «crear conciencia» sobre Venezuela en los bastiones de la política de izquierda, hay una necesidad aún mayor de romper con la negación, y reconocer que la Revolución Bolivariana fracasó hace mucho tiempo.
Por eso Voces de Venezuela: Las raíces de un país en crisis, una conferencia de un día (12 de abril de 2019) reunió en el campus de la Universidad de California, Berkeley, a un sólido panel de expertos creíbles, informados e inteligentes para hablar sobre la situación actual en Venezuela. El evento fue organizado por la Sociedad Latinoamericana de Liderazgo, un grupo de estudiantes, y merecen felicitaciones por su intento de «crear conciencia sobre la crisis e incentivar el diálogo informado sobre los acontecimientos actuales con la comunidad venezolana en el área de la Bahía y más allá».
La historiadora y socióloga Dra. Margarita López Maya abrió la conferencia describiendo al gobierno chavista de Chávez/Maduro como un populismo que se había convertido en un neopatrimonialismo, derivando lentamente hacia el «sultanato». Incluso si los términos parecen desconocidos o confusos, el lector puede captar la deriva por connotación: Desde 1998, Venezuela ha pasado de lo que parecía una renovación y profundización de la democracia, a su destrucción total; de las instituciones democráticas liberales a una forma de gobierno personalista y familiar que se asemeja, como lo expresó López, más a «una iglesia o una monarquía del siglo XXI» que a una democracia. El concepto del «socialismo del siglo XXI», como señaló el Dr. López, sólo «refuerza las tendencias autoritarias e introduce tendencias totalitarias». Utiliza sus términos con cuidado, entendiendo por «totalitario» la idea introducida por Mussolini de que el Estado debe tener «control sobre todas las esferas de la vida».



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