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La cosa en la que todos parecen estar de acuerdo: Las elecciones en Venezuela están amañadas

Escrito por Sofía Carada

Algunas cosas son verdades axiomáticas. El sol sale por el Este. Los tequeños no son palitos de mozzarella. Las elecciones en Venezuela están amañadas.

Dentro de tres días, Venezuela celebrará «elecciones» presidenciales, y todo el mundo y sus madres saben que serán fraudulentas. Nadie -ni siquiera los que saldrán a votar el domingo- cuestionará remotamente este hecho. Pensándolo bien, es probablemente la única verdad evidente que queda en este cadáver de un país, donde todas las apariencias de certeza fueron exterminadas hace mucho tiempo. Es probablemente la única cosa en la que todos pueden estar de acuerdo.

Pero es más que eso. Nuestra confianza compartida en el fraude electoral es la clave para la supervivencia de este régimen. Es nuestro nuevo contrato social.

Nuestra confianza compartida en el fraude electoral es la clave para la supervivencia de este régimen. Es nuestro nuevo contrato social.

En términos prácticos, las elecciones fraudulentas son la razón por la que Nicolás Maduro ganará un segundo mandato el domingo, a pesar de ser vilipendiado por la gran mayoría de los venezolanos. Pero la indiscutible colectividad de este hecho -que las elecciones son una farsa- es la última garantía de su victoria. Por eso el CNE no ha hecho ningún esfuerzo por convencernos de lo contrario: han quedado atrás los días en que Tibisay hablaba de boquilla sobre «el mejor sistema electoral del mundo».

Nuestra oposición política -el Frente Amplio, como quiera llamarlo- se ha definido en torno al rechazo de estas elecciones, citando condiciones fraudulentas como razón para boicotear el proceso de votación. Por muy digna y legítima que sea esta postura, poco o nada se ha hecho para movilizar una resistencia cada vez menor en torno a la causa. Y esto los convierte en facilitadores. Porque, si siempre fue tan obvio que Maduro haría trampa, si este fraude fue telegrafiado a kilómetros de distancia y hace muchos meses, ¿cómo es que nuestros líderes no prepararon adecuadamente una respuesta?

El manual del oponente ha estado ahí para que todo el mundo lo vea, si tan sólo nos tomáramos el tiempo para notarlo. Maduro nos hizo un buen trabajo el año pasado al explicar el fraude, paso a paso, en la televisión en vivo y con un gráfico ingenioso, por si fuera poco.

En este video, transmitido por la televisión estatal venezolana el año pasado, Maduro nos guía sin vergüenza a través de su plan de salida al voto para la elección de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) del 30 de julio de 2017, una estrategia que se convertiría en el libro de jugadas para cada elección posterior desde entonces.

Se basa en el entonces recién creado Carnet de la Patria, una tarjeta de identificación con un código QR para el almacenamiento de datos que se requiere para beneficiarse de los programas sociales y los subsidios gubernamentales, como medio de coerción social a través de la extorsión.

Desde su creación en enero de 2017, el Carnet de la Patria se ha convertido en una poderosa herramienta para obtener y procesar grandes datos relacionados con los patrones de comportamiento del electorado venezolano que no puede permitirse renunciar a los folletos de Maduro, básicamente, la mayoría de la población. A través de su vasta hegemonía mediática, el régimen de Maduro nos ha convencido de que sabe exactamente quién vota, y exactamente por quién votó usted. Poco importa si esta amenaza es real o percibida: la mayoría de la gente no puede permitirse el lujo de arriesgar sus míseras raciones de alimentos para poder averiguarlo. Así que todo se reduce a «votar por mí si quieres comida, morirte de hambre si quieres decir algo». Resulta que el hambre es un incentivo poderoso.

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Sofía Carada

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