«Eres una máquina de promesas incumplidas», dice Jordi Évole a la cara de Nicolás Maduro.
Es la cereza sobre una paliza dialéctica que el dictador está recibiendo, después de haber demostrado, uno por uno, que cada cosa que prometió era sólo retórica, después de que el diario español le dijera, con números, lo mal que la nación se ha degradado bajo su mala gestión.
«Siempre culpas a las fuerzas extranjeras por tus fracasos», dice Évole.
«Bueno, estamos en una guerra económica…»
«¿Ves?»
Hace años, los presidentes venezolanos dejaron de entrevistar a periodistas venezolanos que no pertenecen a medios públicos disciplinados controlados por el PSUV; el siguiente paso para Chávez y Maduro fue sentarse sólo con periodistas extranjeros que sabían que estaban de su lado. Esa tenía que ser la suposición de Jordi Évole, presentador del espectáculo de Antena 3 Salvados: Maduro debería haber esperado utilizarlo como una herramienta para presionar al gobierno español sobre los planes de Madrid para reconocer a Guaidó.
La sorpresa fue que Évole, sin ser hostil, está ahí para hacer periodismo de verdad. Sólo hace preguntas reales e insiste en obtener respuestas reales. La paliza es tan mala, que Jorge Rodríguez tiene que entrar para tratar de terminar el intercambio.
Mientras veíamos la Entrevista de la Masacre de la Sierra de Cadena, sólo podíamos preguntarnos, ¿es esto en serio el espectáculo que Maduro estaba tan ansioso por mostrarnos?
Mientras veíamos la Entrevista de la Masacre de la Sierra de Cadena, sólo podíamos preguntarnos, ¿es esto en serio el espectáculo que Maduro estaba tan ansioso por mostrarnos?
2019 ha sido un año duro para el chavismo y su aparato de propaganda. Desde que el diputado Guaidó asumió su función constitucional como Presidente interino, el Equipo Rojo ha estado agonizando entre la necesidad de arremeter y el miedo a las consecuencias. Dentro de esas limitaciones, el chavismo está tratando de hacer la guerra contra esta oposición revivida en el campo de batalla de los medios de comunicación, y no está yendo muy bien.
«Ayer -explica el profesor Cañizález-, se podía prohibir a un político de la televisión, y eso arruinaría su carrera. Hoy en día, el chavismo prácticamente ha prohibido a Guaidó de todos los medios de comunicación y todavía no pueden detenerlo».
Andrés Cañizalez, experto en medios de comunicación, CEO de Medianálisis y experto en comunicación, cree que la razón por la que la hegemonía comunicacional está en esta pesadilla de relaciones públicas es una mezcla entre la presión de la oposición y su propia decadencia:
«Por eso, el vicepresidente de Comunicaciones, Jorge Rodríguez, no tiene ninguna oportunidad: el chavismo se ha erosionado por su propio peso. No ocurrió de inmediato, fue un proceso lento y ya no son la referencia mediática que solían ser. Ante este nuevo y fresco liderazgo de Juan Guaidó, el chavismo se apoya en sus clásicas herramientas de difamación, pero hasta el video de la reunión Guaidó-Cabello volvió a morderlos».
Debes haberla visto. Primero, Diosdado Cabello dijo que tenía evidencia de una reunión que Guaidó negó que ocurriera varias veces. Cuando Rodríguez mostró un video con un tipo en una sudadera con capucha (lo que no es una prueba incontrovertible de que era el presidente interino) nació el #GuaidóChallenge: la gente se burla abiertamente de la dictadura. Incluso el senador norteamericano Marco Rubio y el astro del pop español Miguel Bosé se unieron a la broma viril.
No sólo se rió todo el mundo, sino que el mensaje que aún hoy sigue en la opinión pública es: «Espero que haya sido Guaidó en esa sudadera, porque entonces los engañó».
A pesar de la falta de apoyo de los medios de comunicación», dice el profesor Cañizález, «el presidente interino cuenta con tal apoyo del público que la gente lo perdona por lo que en otro momento, en otra figura, habría sido un pecado cardinal». El chavismo no puede responder eficazmente a eso con sus viejos trucos, y es por eso que su estrategia mediática necesita fluir en una dirección diferente».
Esa dirección diferente tampoco está volando bien. Nicolás Maduro y su equipo han dedicado horas y horas a estar en la televisión, tratando de parecer normales y de la mano de los militares, lo que ha llevado a casos embarazosos de defensores chavistas que se burlan abiertamente de Diosdado Cabello (en su presencia) y del propio «hombre fuerte», obviamente con sobrepeso, tratando de correr entre soldados y legitimando accidentalmente a Guaidó.
Hoy en día, el chavismo prácticamente ha prohibido a Guaidó de todos los medios de comunicación y todavía no pueden detenerlo.
E incluso las emisiones obligatorias en la radio y la televisión en abierto están fracasando. Para Cañizalez, cuya ONG ha investigado el tema, «las cadenas perdieron su eficacia como mecanismo para construir una narrativa».
Te hace preguntarte, como lo hace Évole, si estos tipos viven en una burbuja en la que les falta perspectiva de cómo se están encontrando? ¿Está Jorge Rodríguez viviendo en un 2006 perenne, donde podría decir cualquier cosa sobre los líderes de la oposición y toda la nación mordería el anzuelo? ¿Pensó que su posición es lo suficientemente sólida como para descartar el riesgo de enfrentarse a una entrevista legítima de una figura izquierdista de la televisión española?
«Pero es lo único que tiene», dice Cañizalez. Primero, insiste mucho en su condición de presidente, por eso tenemos pancartas el 10 de enero, diciendo:’Yo soy el presidente'». Ha trabajado duro para encontrar legitimidad y, al aparecer tanto con los militares, su mensaje es:’Tengo el control de las armas, tengo el control de la violencia’, que es realmente la clave de toda esta lucha».
«El chavismo, hoy, ha cruzado un punto de no retorno, donde está, y se muestra como una dictadura militar. El apoyo real de Maduro es el militar y cuando lo dice y lo repite, está mostrando la naturaleza de su régimen. Si no se logra pronto una transición en Venezuela, estaremos ante un gobierno militarizado de frente que no tiene interés en parecer democrático, porque mostró sus verdaderos colores y se salió con la suya».
Y en tal escenario, el gigante de la propaganda que fue tan instrumental para que el chavismo consiguiera y mantuviera el poder, ya no será necesario. Sólo las armas hablarán.
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